La teoría dice que la madurez consiste en querer hacer, saber hacer y poder hacer lo que uno debe hacer en cada situación. Un estudiante o un profesional tiene madurez cuando está motivado y capacitado para hacer lo que debe hacer.
En la práctica suele pasar que aprendemos a estudiar lo que no queremos para luego tener el poder de hacer lo que no queremos y trabajar dependiendo del dinero que recibimos en una nómina.
Aprendemos a ir cambiando las personas de las que dependemos, buscando su aprobación o la falsa seguridad que nos dan a lo largo de nuestra infancia y juventud, para llegar a adultos sin tener la madurez y la autonomía que nos permita elegir libremente lo que queremos y podemos hacer en cada momento en nuestras relaciones interpersonales.
Aprendemos a sentir lo que los otros nos dicen que debemos sentir para luego experimentar continuamente esa disonancia emocional entre lo que queremos sentir y lo que hemos aprendido que debemos o podemos sentir, sintiendo que estamos torturados en una especie de potro mental que nos estira o descuartiza hasta destruirnos.
Aprendemos a pensar lo que otros nos dicen que debemos pensar para luego caer en la disonancia cognitiva entre lo que queremos pensar y lo que debemos o podemos pensar, torturados en la parálisis por el análisis o por las consecuencias de decisiones poco éticas que perjudican nuestra salud o la de otras personas.
Al empezar el curso académico, conviene entrenarnos en ser estudiantes estratégicos para ir madurando y transformarnos en profesionales estratégicos, capaces de mantener nuestro querer, poder y hacer en la dirección que nos permita llegar a las metas que dan sentido a nuestra vida, las que satisfacen nuestras necesidades como seres humanos y las de las personas con que convivimos.
Ser estratégico implica estar siempre aprendiendo, no sólo en aulas o clases teóricas, disfrutando de encontrar el camino o método mejor para hacer lo que estamos haciendo, relacionando los nuevos datos con los que ya tenemos en nuestra mente y, sobre todo, utilizando cualquier dato de nuestro proceso de aprendizaje y de nuestra mente para ponerlo al servicio de realizarnos como seres humanos y no de roles aprendidos.
Siento una profunda rabia e indignación al comprobar que la educación dominante en nuestra sociedad está programada para dividir a los seres humanos interiormente, para que el corazón, el cerebro y el cuerpo de cada uno sigan direcciones que les impidan encontrarse. Si cada uno de nosotros como seres humanos únicos, como in-dividuos, no podemos disfrutar de ser un equipo para ir en la misma dirección, ¿cómo vamos a creer en crear equipos o contextos de confianza en nuestras relaciones familiares, sociales o de trabajo?
Si quieres entrenarte en la estrategia de querer, poder y hacer en equipo, aprovecha los recursos que te ofrece la Escuela de Ecología Humana para lograr un grado de autonomía personal que nos permita disfrutar de relaciones interpersonales más satisfactorias y humanas.
Juan Antonio Saavedra
Tenemos el poder de elegir no dejemos que los demás lo usen por nosotros para convertirnos al final en marionetas. Pienso que la educación no puede estar para dividir sino para enriquecer pese a las diferentes opciones que vemos en los campos que hay dentro de ella. El otro día escuchando la radio un experto en la búsqueda de empleo opinaba que es interesante preguntar dónde está el talento que cada uno tiene en definitiva lo que a uno le gusta hacer.
Creo que cuando una Educación divide….está mal la educación o quien la imparte ya que El Educar ..es un cambio, pero que sirva para tirar Tabúes ,quitar la enajenación …hacernos libres de tantas cadenas contraidas y no por uno….sino por otros… La Educación debe unirnos humanizarnos y saber que se pueden hacer muchas cosas en unidad…es un tema muy amplio y con muchas aristas que se requiere de un estudio profundo pero se puede hacer